Los ingredientes son los típicos, los que siempre encuentras en una cocina: huevos, aceite, leche y azúcar.... pero junto a la fructosa (gaseosa) y el anís, forman un equipo excepcional...
Un postre que recuerda al pueblo, a los abuelos, a esos momentos de la infancia...
Su elaboración es sencilla...
Se cascan 4 huevos y se mezclan, igualando su medida con aceite, leche y azúcar... Es decir, si los huevos mezclados (puestos en un vaso) suben un dedo de altura, pondremos un dedo de aceite, un dedo de leche y un dedo de azúcar (en total, pues, 4 dedos de mezcla)
En otro bol se echan 3 ó 4 cucharadas de harina y 3 paquetitos de fructosa (gaseosa), que puedes encontrarlos en el Mercadona mismo...
Se mezclan ambas mezclas, con ralladura de limón y unas gotas de anís (al gusto), y se añade la harina que admita hasta que no se pegue en el bol.
Se coge un puñadito de masa, se hace un agujero en el centro y se fríe, rebozando después con azúcar...
Al sacarlos, los dejamos unos minutos son papel de cocina para que elimine el exceso de aceite... y ¡listo!
... Facíl, ¿verdad?
Para guardarlos y que no se endurezcan, guardarlos en una caja de lata o, a falta de ella, en una olla con la tapa puesta (de hecho, así es como a día de hoy mi suegra aún guarda las rosquillas...)
Ya me contaréis qué os parecen!!!
Besitosss
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